No recuerdo quién hizo la broma por primera vez, pero ahí ha quedado: vivo en
Mordor. Y no, no está en los confines de la Tierra Media ni en las orillas del mar de Rhun, sino que está en Tenerife, en San Cristóbal de la Laguna para más señas. Tomes la dirección que tomes en la isla, si quieres llegar a mi ciudad sólo tienes que dirigirte a la nube. No falla. Ahí la dejé cuando me fui de vacaciones y ahí estaba cuando regresé. En los días intermedios me dicen que ha salido el sol y ha hecho mucho calor. No sé si creérmelo o empezar a pensar que llevo la nube conmigo, aunque mi experiencia científica me dice que eso no es cierto porque he disfrutado de tiempo realmente veraniego tanto en Almería como en Madrid.
Así que es oficial: vivo en Mordor. O en una nube, que es mucho más suave y romántico, dependiendo del ánimo que yo tenga ese día.
Hoy, de vuelta de vacaciones, otra vez con vaqueros y rebeca (para qué me habré comprado esas dos camisetitas de tirantes en Madrid...), vivo en Mordor. Pero estoy segura que dentro de un rato o mañana viviré de nuevo en una nube o cogeré el tranvía directa al calor de Santa Cruz y la playa para que no se me olvide que vivo en Canarias ;-)
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