viernes, 3 de febrero de 2012

Oda a una cafetera

Yo no quería.
Quienes me conocen saben que he hecho todo lo posible para evitar esto que ocurriera.
Que he buscado incansablemente una solución a nuestro problema.
Que he luchado hasta el límite contra los sueños creados por su ausencia.
Que han pasado semanas, incluso meses, hasta que he sucumbido a la tentación.
Y aún una vez cometido tal acto de infidelidad, estuve a punto de desistir y seguir como si nada de esto hubiera ocurrido.
Pero ya no había marcha atrás.
El cuerpo es débil. Ya sé que no es una excusa, pero es la realidad.

Finalmente ocurrió lo inevitable y... me compré otra cafetera.
Ya no podía aguantar más: necesitaba desayunar un café de verdad por las mañanas, algo que ella no podría volver a darme, al menos por el momento.
Por más que lo intenté no encontré recambios para su maltrecha goma. Y es muy posible que no viaje conmigo nunca más.

Atrás quedó la cafetera heredada, Holanda, el hueco en la maleta de mi jefe-amigo, los desayunos en compañía de mi otra vida, los cafés italianos en Teruel, y algún que otro desayuno multitudinario en esta isla.

Y ahora toca crear historias para mi cafetera nueva. Así que ¿quién me acompaña a tomar un café? Puede ser bailando a ritmo de Frank Sinatra:



o más al estilo de esta isla con Juan Luis Guerra ;-)

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PD: Si queréis leer odas realmente bonitas sobre temas de lo más variados: Odas elementales de Neruda, o cómo escribir una preciosa poesía a, por ejemplo, una cebolla, un átomo o al caldillo de congrio (!): este hombre podía hacer poemas de cualquier cosa!

3 comentarios:

  1. A mí ponme a Sinatra y un manchado, por favor. Y piensa cuántas cosas buenas y nuevas te esperan con tu nueva cafetera.

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    1. Marchando ese café! Y espero que en algún momento sea de nuevo compartido ;-)

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  2. Todavía recuerdo esos cafés con legañas escuchando el programa de Pablo Motos por tu radio despertador. Los desayunos más divertidos.

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