sábado, 10 de septiembre de 2011

La muerte de un girasol

Una semana. Eso es lo que ha estado viva la última planta que elegí para decorar mi salón. Puede que incluso haya batido algún récord, porque una semana es realmente poco tiempo. Si además tenemos en cuenta que los dos primeros días estuvo dando alegría en otra casa, me quedan cinco días antes de poder certificar oficialmente su muerte... Definitivamente, esta planta no me deja en muy buen lugar como cuidadora de seres vivos.


No voy a decir que no me lo esperara. Sabía que esto iba a ocurrir en cuanto vi los girasoles amontonados en la zona de jardinería de una tienda de bricolaje. Sabía que me iban a durar poco y aún así me los llevé. Quince minutos antes había comprado un macetero verde a juego con mi nueva etapa verde. Y tardé dos minutos en decidir que los girasoles serían unos inquilinos perfectos para seguir redecorando mi casa, redecorando mi vida. T. me llevó a comprar estanterías y cubiertos, a mirar el mar desde la montaña, a usar mi cámara semi-nueva y cuidó inesperadamente mis girasoles dos días. Cambio de color y cambio de vida.

Y ahora, también cambio de planta para mi nueva maceta verde...

Estaba claro que comprar una planta en unos grandes almacenes y esperar que luciera bonita era ser demasiado optimista. Un vivero o una nave industrial no tienen nada que ver con una casa real y claro, la mayoría de las veces las plantas no consiguen adaptarse a su nuevo entorno. O a su nueva dueña, no sé. Si además la planta en cuestión es un girasol, creo que ya era misión imposible. T. ya me lo advirtió cuando nos dimos cuenta de que la flor que estaba más mustia era justo la que miraba a la pared de su casa: ¿no será que le tiene que dar el sol? Esta apreciación tenía todo el sentido del mundo: para eso es un girasol, que gira siguiendo el sol... Así que razón no le faltaba. Mi casa es muy luminosa pero no le da el sol de pleno, así que poco a poco se han ido poniendo tristes una tras otra todas mis flores y ahora tengo otro cadáver en casa... Junto a la planta de M. que no ha habido manera de resucitar (esa ya llegó en muy mal estado y no me siento responsable, que conste), mis girasoles me recuerdan que sólo l@s más fuertes sobrevivirán a mi lado...

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Aún así, los girasoles son una de mis flores favoritas.
Por los campos y campos de girasoles que habia a amboslados de la carretera cuando íbamos a Sevilla visitar a mis abuelos, hace ya muchos años.
Por los girasoles que vendían las gitanas en las esquinas de mi primer barrio en Madrid y alegraban las calles.
Por el girasol que regalé en un impulso para quien tanto me quiso al principio de los tiempos y que lució orgulloso en una botella de plástico unos cuantos días.
Por el ramo de girasoles que recibí en mi cumpleaños cuando en nuestra casa se alternaban sequías e inundaciones y era casi imposible sobrevivir allí, en un intento desesperado por recuperar la luz en nuestra vida.
Por esta planta de girasoles compartidos.

Y por todos los girasoles que están por llegar para dar color a mi nueva vida.

2 comentarios:

  1. Pues dentro de poco unas pobres plantitas se van a quedar huérfanas :-( seguro que cuando las veas te dirán "llevaaaame a caaaasa" ;-) y de regalo te puedes comer unos calabacines (y, por cierto, las flores fritas están buenas ;-) )

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  2. Ridicula si no puedes cuidar plantas mejor no las compres, y creo que igual es tu reflejo, no podrias cuidar nada. Es logica basica, las plantas necesitan luz SOLAR, con mas razon si son unos Girasoles.Lo que haces es torturar plantas, mal por las plantas, mal por los que esten a tu cuido o vayan a estar a tu cuido......

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