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martes, 4 de mayo de 2010

Música de postal

Escuchando uno de mis últimos descubrimientos musicales (Richard Galliano) y saltando de vídeo en vídeo en youtube mientras tengo la oportunidad de conseguir alguno de sus discos, me he encontrado esto:



Siempre que escucho esta música me entra una nostalgia increíble... Sin poder evitarlo, me asaltan las lágrimas cada vez que recuerdo la película de El cartero y Pablo Neruda (Il postino). Y no es por la "historia de amor" que cuenta, no, es por la relación que muestra entre un humilde cartero de una isla perdida y un escritor habitante del Mundo con mayúsculas, en este caso Pablo Neruda. Para mí tiene mucho más valor la escena final de la película donde ese cartero lucha por las ideas que aprendió a partir de su encuentro con el escritor y la esperanza que tiene ese hombre de ser recordado por su "amigo" el escritor que todas las escenas de seducción que aparecen en la película.

Sin duda, hay conexiones que sólo la música es capaz de realizar...

PD: Acabo de leer aquí que la banda sonora de esta película consiguió el Oscar en 1995. En este caso, un premio más que merecido.

lunes, 29 de marzo de 2010

Un secreto

Me gusta viajar. Bueno, no es que me guste, es que me encanta. Disfruto desde el momento en el que empiezo a mirar fechas y destinos, ya siento que estoy viajando desde mi pantalla del ordenador. El acceso a tanta información con sólo un click del ratón junto al boom de las compañías de bajo coste han hecho accesible y asequible viajar, y nosotros somos los que más podemos disfrutarlo. Mi padre (que también lleva un viajero inquieto dentro) mira con envidia -sana- a sus hijos, que con un ordenador, conexión a internet y un presupuesto limitado son capaces de organizar un viaje por medio mundo.

Pero tened cuidado: viajar provoca adicción. Y lo digo por experiencia, porque después de un tiempo sin una salida a algún sitio desconocido, empiezo a sentir esa necesidad de explorar nuevos mundos. Y tampoco estoy hablando de tener que ir a Jordania o a la Riviera Maya, por poner dos ejemplos, soy igual de feliz si vamos de excursión a la sierra a hacer senderismo o a un humedal a ver pájaros o al pueblo del abuelo de un amigo. El caso es salir de la rutina y ver qué hay en otro sitio diferente al mío.

Mis últimos viajes siempre han tenido el mismo destino: Madrid. Esa ciudad ha dejado de ser mi ciudad para ser un lugar que visitar, aunque todavía no me siento turista allí. Quizás tiene mucho que ver que seguía paseando por sus calles con mirada asombrada, y por más veces que crucé Sol o la Gran Vía, me fijaba en sus edificios y en las personas que me encontraba por la calle. Me gustaba (y me gusta) dirigir mi mirada hacia donde apuntaban los objetivos de las cámaras de fotos, y así descubrir detalles de la ciudad que se me habían pasado por alto por la rutina y las prisas.

Hace mucho tiempo, cuando todo era nuevo para nosotros, nos dedicamos a descubrir nuestra ciudad y los fines de semana íbamos a algún sitio diferente. Así conocimos San Antonio de la Florida, la casa-museo de Sorolla, la basílica de San Francisco el Grande, e hicimos excursiones a los museos grandes. Y durante todo este tiempo fuimos mil veces al teatro, exposiciones y conciertos, aprovechando lo que la ciudad tenía para ofrecernos. Siempre lo disfruté mucho, muchísimo.

Teruel es pequeño. Y mengua cada fin de semana que me quedo aquí, esperando a futuras visitas con las que compartir los pocos rincones que me quedan por descubrir de la ciudad o a exploradores que amplíen los horizontes de mi radio acción. Por eso me asaltó de nuevo la inquietud viajera y no tuve más remedio: mi próximo viaje está a la vuelta de la esquina. Ahora ya no tengo compañero de viaje fijo y han cambiado mis destinos, pero sigo disfrutando con los preparativos y la idea de estar lejos y desconectar durante unos días.


Cuando pesen demasiado
La rutina, el trabajo y la vida en la ciudad
Nos iremos en un viaje infinito
Con esa tonta sensación de libertad


PD: Siempre pensé que éramos más nosotros cuando estábamos lejos de todo. Y eso fue cierto hasta en nuestro último viaje: ya casi éramos dos extraños...

viernes, 26 de marzo de 2010

Un poco de chocolate

Soy muy afortunada: ayer recibí otro regalo, esta vez en mi buzón de Teruel. Vosotros estáis aprendiendo a expandiros por todo el vacío con el que de repente me encontré, poco a poco y sin darme cuenta. Ya no pienso en los regalos que nunca recibí porque quien estaba a mi lado nunca se le ocurrió o no consideraba que yo los mereciera. Quedan vuestros abrazos y mis sonrisas.
Y eso es mucho. Muchísimo.





Un tranvía en SP es un libro maravilloso que no tengo ni tendré nunca. Que leí como un préstamo, como tantas otras cosas de mi otra vida. Pero es un libro que me entusiasmó, que recomiendo siempre que puedo, y que he regalado con mucha ilusión a personas importantes para mí.







Un poco de chocolate es su versión cinematográfica. La originalidad de la palabra escrita es cambiada por un escenario lleno de luz y de color, como a mí me gusta, y por un Lucas excepcional (Héctor Alterio) que dan ganas de abrazar. Y también Daniel Brühl en su papel de Marcos, con sus jerseys de rayas, sus camisetas rojas y azules, sus zapatillas y esa sonrisa que derrite. Voy a ser sincera: me recuerda a alguien que conocí y por eso me gusta tanto. Como suele ocurrir, Marcos no deja de ser un personaje de ficción tan real como la vida misma, o las personas del mundo real son tan inventadas como los protagonistas de esta película. Cada vez es más difícil distinguirlo, la verdad.


Cuatro minutos he necesitado para darme cuenta de cuál era mi regalo. Y he dudado si seguir viendo la película porque sabía que junto con las sonrisas iban muchas lágrimas... Pero me he enfrentado valientemente a la pantalla y he disfrutado de mi regalo especial de hoy: ¡GRACIAS!



PD: Has caído en el centro del tablero y me debes, por lo menos, seis abrazos. Aquí te espero con los brazos abiertos y preparados. Me los pienso cobrar todos.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Kit de supervivencia







Regalos así me dejan sin palabras, me sacan lagrimillas y una gran sonrisa.
Pocas personas me entienden tan bien y me cuidan tanto...

gracias
GrAcIaS
GRACIAS

PD: Y al resto ¡cuidado! porque pienso usar todas las tarjetas de mi cajita de abrazos que pueda!
Ya podéis ir eligiendo cuál queréis que sea el vuestro :-)

lunes, 22 de marzo de 2010

Homenaje japonés

Casualidades o no:
- Hace mucho mucho tiempo, un restaurante oriental fue escenario de algunas escenas importantes de mi vida. Probablemente no vuelva a ir jamás: no podría ver sonreír a la dueña del China Té...
- Hace un par de años, aprendí algo de artes marciales, descubrí lo mucho que me gustan los makis, y me reconcilié con el sushi después de un inicio poco prometedor en un restaurante japonés con mi padre. Hoy puedo asegurar que el calamar crudo no me gusta pero... ¡lo demás me encanta!
- Mis hermanos me regalaron, muy acertadamente, la película japonesa de animación El castillo ambulante, del mismo director, Miyazaki, que El viaje de Chihiro. Las dos películas son una joya, especiales para mí por motivos diferentes. Seguro que La princesa Mononoke y Mi vecino Totoro también lo son, aunque no he tenido todavía la oportunidad de verlas.
- Me gustó mucho y sentí especialmente la historia Tokio Blues de Haruki Murakami. Al sur de la frontera, al oeste del sol no me gustó tanto, y el resto de novelas no llamaron especialmente mi atención, así que no seguí el rastro de tanto lector entusiasta.
- Me encanta el optimismo de otro Murakami, el artista japonés Takashi Murakami y sus flores sonrientes como parte de su marca corportativa.
- La pasada primavera me quedé sin ver una exposición de arte oriental en el Conde Duque, porque nunca encontramos el momento adecuado. En realidad, una forma muy sutil de no dejarme elegir a mí casi nunca sin que me diera cuenta...
- En verano, alguien que me quiere mucho mucho me llevó a un coreano maravilloso en Madrid. Cambié mis planes para disfrutar esa noche de su compañía, tan importante para mí siempre.
- Ya en otoño, alguien muy especial me mostró dos japos geniales en la capital. Sigo pensando que la comida oriental me encanta, mucho más en la compañía adecuada.
- La curiosidad me llevó a descubrir lo que era el ukiyo-e (y su versión más erótica, los shunga, en algo así como el kamasutra japonés).
- No tengo interés por el manga, ni las modas excéntricas japonesas, ni los últimos adelantos en tecnología. Pero sigo jugando con la idea de pedir un postdoc en Japón y seguir probándome a mí misma.
- En mi nueva casa tengo un par de cuadros de japoneses enfadados, de la escuela ukiyo-e, nada eróticos por cierto. Mis caseros pasaron muchos años en Japón (él era profesor de español allí), y la administrativo del CEFCA los conoce como "los japoneses" (Teruel es pequeño y se conoce todo el mundo...).
- En mi nueva ciudad hay un restaurante oriental bastante bueno, llamado familiarmente como el juan antonio, que me da miedo gastar de tanto usarlo.
- Y ahora, gracias a mi japonés particular tengo banda sonora para las cosas buenas que me gustan de allí.
Casualidad o no: Joe Hisaishi es el compositor de la banda sonora de La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro y El castillo ambulante. No tenía ni idea, pero me encanta:





Y casualidad o no: Mari Fujiwara es la compositora de parte de la banda sonora de Mi vecino Totoro aquí o más fácil en youtube:



No sería justo si me olvido del primer grupo japonés que conocí, Pizzicato Five, parte de mi banda sonora popera particular que siempre me hace sonreír:



PD: Tranquilos: prometo que quien venga tomará tapitas de jamón de Teruel y no pisaremos el juan antonio. Por mucho que me guste el restaurante, dejo mis visitas a los japos para otro momento :-)

miércoles, 10 de marzo de 2010

Hace seis años...

... estaba a estas horas en un quirófano. La verdad es que ningún año me he acordado especialmente de ello, pero se ve que el estar lejos de la gente que compartió conmigo esos momentos me han hecho recordar lo que significó para mí, tanto en ese momento como las consecuencias que se derivaron de ello.

Leo un artículo del Dr. Sales Jopis (neurocirujano) que de una muestra de 250 pacientes con adenomas de hipófisis, el 95% (!!) presentaba deterioro visual, así que yo era realmente afortunada por no tener ningún síntoma de ese tipo...

En esta época de información-desinformación, yo decidí hacer caso a mi médico y no buscar posibles alternativas en la red. Y creo que hice bien: si llego a ver que lo que me iban a hacer era esto, igual no hubiera entrado en el quirófano...

Recuerdo que antes de que me operaran soñaba que de repente me quedaba ciega y tenía que reconocer a las personas que me rodeaban por el olor. Me angustiaba pensar que quien quería cambiaba de colonia y entonces no podría reconocerlo entre la gente y... ¿qué iba a hacer yo?

Ya han pasado seis años desde entonces. Afortunadamente no me quedé ciega, todo salió bien y y no tuve que recurrir al sentido del olfato para reconocer a quien quería, aunque estoy segura de que entonces hubiera podido hacerlo sin problema. ¿Tanta lluvia habrá borrado también esas huellas? Qué pregunta más tonta, la intuición me dice que el efecto de las inundaciones suele ser devastador...